La otra mañana, alto ya el sol de febrero y encendida la inmaculada flor de los almendros, te fuiste vega arriba orillando la ladera y los cerros altos , y por mas que te llamaban la atencion los pajaros primeros , la querencia de la curiosidad se te iba a los olivos y los almorrones que ayer fueron lindes y en cuanto viste la primera , te enganchaste a buscar , hay en los esparragos , como en los niscalos , como en casi todo lo que da el campo , que despierta los sentidos mas alla de la apetencia de comerlos , la belleza de una espuerta de aceitunas , una cesta de naranjas , una carga de sandias o melones , una canasta de racimos de uvas , tienen algo especial , algo que esta mas cerca de la contemplacion de lo vello que del deseo de comerlos , y a veces , nos basta contemplarlos para quedarnos satisfechos de esos frutos .
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