Lo dicen los almendros blancos y los naranjos florecidos a la orilla del mediterraneo. Lo dicen los vencejos que bailan alrededor de las torres una danza escoltada de campanas. Lo dice el ligero relente de las noches y la luna que crece como un bizcocho en los atardeceres. Lo dicen los sentimientos, las pasiones y la memoria. Esta proclamacion exultante y vital de una naturaleza que fluye siempre hacia estos dias de luz inexcusable, hacia este palpito de emociones, hacia este tiempo efervescente de sentidos y sentires. Somos un pueblo que llevamos en el fondo del ser un ADN de soles suaves , perfumados de azahar en cuyo codigo se cifra una ansia de plenitudes. Y esta es la hora en que sentimos llegar esa llamada ancestral que despereza el espiritu.
martes, 27 de abril de 2010
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